miércoles, 4 de febrero de 2015

18 Libros Infantiles que estaban en todas las casas (V)

10. Resuelve el misterio de M. Masters: Lince Collins y Amy Adams eran los protagonistas de estos librojuegos que incluían varios elementos para solaz del joven lector. Cada entrega tenía un mapa desplegable de Lakewood Hills, localidad ficticia de Minnesota en la que los protagonistas resolvían casos que oscilaban entre misterios domésticos del tipo “¿por qué se rompen las galletas al meterlas en este bote?” y otros más sustanciosos que implicaban al sargento local, “sarge” Treadwell. El componente de “jugabilidad” de los libros era que los casos podían ser resueltos por el lector analizando un dibujo que se incluía después de plantear el enigma. El tercer elemento identificativo de esta serie era que la solución de cada caso se desvelaba en una página al final del libro escrita al revés, con lo que solo podía ser descifrada leyéndola al trasluz o en su reflejo en un espejo. En la mejor tradición de cierta literatura juvenil, los libros venían firmados por un misterioso M. Masters bajo el que se ocultaban anónimos escritores contratados para producir libros como churros.

11. Celia de Elena Fortún: Este clásico de los años veinte treinta nunca dejó de reeditarse, pero experimentó un poderoso revival en 1993 a raíz de la serie de televisión de José Luis Borau. Celia era la clásica niña rica contestona y llena de encanto que con sus conclusiones y preguntas trae de cabeza a los que la rodean. La autora, una de esas personalidades apasionantes cuya existencia trastocó la Guerra Civil. Las historias cortas publicadas originalmente en la revista Blanco y Negro fueron compiladas en distintos libros (Celia, lo que dice o Celia en el colegio) y fueron un éxito inmediato entre las clases medias y altas de su época.



 









12. El ojo mágico: La idea de publicar estereogramas en formato libro con el objetivo de que el lector pegase la cara a cada página hasta poder ver la imagen oculta fue uno de esos aciertos editoriales insólitos que trajo la fortuna (con más de 20 millones de ejemplares vendidos) a la empresa N.E. Thing Enterprises, posteriormente rebautizada como Magic Eye en honor de su creación. Desde 1993 millones de niños se frustraron por no ser capaces de descifrar las imágenes que convertían cada página de precarias tres dimensiones en algo mágico y milagroso.







13. Los libros para niños de Roald Dahl: Antes de descubrir las historias muy “Alfred Hitchcock presenta” de Relatos de lo inesperado o la pornográfica y desopilante Mi tío Oswald, millones de lectores aprendieron a amar a Roald Dahl gracias a Charlie y la fábrica de Chocolate (1964),Matilda (1988) o en menor medida Las Brujas(1983, inseparables de las ilustraciones de Quentin Blake). Ecléctica personalidad: también fue guionista, poeta, piloto y creador de los primigenios Gremlins, su portentosa imaginación desprovista de cualquier cursilería le han garantizado el título de clásico de hoy y de mañana.




Fuente: http://verne.elpais.com/

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